Más allá de cuánto lo practiquemos, todos sabemos sobre la importancia de la escucha activa. Prestarle nuestro oído al otro puede representar un acto de generosidad.

Pero… ¿podremos ser generosos a la hora de hablar?

Alguno ya se acomodará en la silla con entusiasmo y se dirá a sí mismo: “Claro, sí, es lo que yo hago y no siempre la gente comprende. ¡Soy tan generoso en el habla que puedo estar parloteando durante dos horas seguidas!”. No amigo, no se trata de eso.

La expresión generosa implica un acto artesanal a través del cual buscamos el modo más claro y edificante a la hora de utilizar palabras con el otro.

Es lo contrario de responder secamente y con monosílabos.

Es la verbalización luego de la pausa y la reflexión que filtra.

Es el intento de comunicarnos no repitiendo siempre los mismos términos y que husmea en el diccionario de sinónimos mental para ser un poco más creativos.

Es el discurso que se concreta luego de haber comprendido quién está allí enfrente para ser enunciado del modo más comprensible y respetuoso.

Disfruto de aquellas entrevistas televisivas donde alguien sale del molde y utiliza el lenguaje de un modo poco habitual, sorprendiéndonos con su modo bello e ingenioso para expresar una idea. Da gusto escuchar a ese tipo de personas. Es cierto que quizá estemos muy lejos de tener esa inteligencia lingüística. Pero, en un acto de generosidad, podemos dentro de nuestras posibilidades actuales,  expresar nuestros pensamientos de un modo más preciso y creativo. Y hasta será más entretenido para nosotros mismos escucharnos con expresiones más variadas y menos monótonas.

19° Principio para una Comunicación Saludable: Conecto mejor con el otro cuando busco con convicción el modo más bello y saludable para expresar una idea.

Dr. Gustavo Bedrossian