Emociones. Curiosidad. Sinceridad. De eso quiero hablarte hoy. O mejor dicho, de eso quiero que Brené Brown, a través de su libro “Más fuerte que nunca”, te hable hoy:
“Lo que nos impide tener en cuenta las emociones es justamente lo que nos impide implicarnos en otras conductas audaces: el miedo. No nos gustan los sentimientos que nos despiertan las emociones difíciles y nos preocupa lo que pueda pensar la gente. No sabemos qué hacer con el malestar y la vulnerabilidad. Las emociones pueden ser muy desagradables, y hasta físicamente insoportables. Una emoción puede hacer que estemos al descubierto, hacernos sentir que estamos en peligro y generarnos incertidumbre. Instintivamente huimos del sufrimiento. De hecho, a la mayoría de las personas nunca nos han enseñado a soportar el malestar, a convivir con él o a comunicarlo, sólo nos han enseñado a descargarlo, a insensibilizarnos ante él o a fingir que no existe. Si combinamos eso con la evitación instintiva del sufrimiento, es fácil entender nuestro hábito de descargarnos de las cosas. Tanto nuestro instinto natural como nuestra educación nos conducen a descargar la emoción y el malestar, con frecuencia, sobre otras personas. Lo irónico de la situación es que justo en el preciso momento en que nos estamos distanciando de las personas que nos rodean cuando nos desahogamos con ellas, también anhelamos profundizar en nuestras conexiones emocionales y gozar de una vida emocional más rica…
Simplemente hemos de ser sinceros y curiosos… Una parte esencial de mi viaje hacia la autenticidad ha sido transformar las críticas sobre mi propio camino en curiosidad…
La curiosidad es un acto de vulnerabilidad y de valor… Hemos de ser lo bastante valientes como para querer saber más.
Digo valientes porque sentir curiosidad por una emoción no siempre es una elección fácil. He de respirar profundo y plantearme preguntas como: ¿Qué me juego si indago en estos sentimientos y me doy cuenta de que la herida es más profunda de lo que me imaginaba? O, ¿y si ella realmente no tenía la culpa y yo estaba equivocada? Va a ser muy duro si al final resulta que soy yo la que ha de pedir disculpas…
La curiosidad es incómoda porque conlleva incertidumbre y vulnerabilidad. La curiosidad es conflictiva, pero está bien. A veces hemos de lidiar con una historia para descubrir la verdad”.
Tomemos en este día el desafío que nos lanza Brené Brown. Agregaría a lo dicho, que Dios puede guiarnos en ese autoexamen. Él conoce a fondo nuestras emociones. Él las diseñó. Aunque sea incómodo, seamos curiosos y honestos. De lo más desagradable, puede terminar saliendo algo muy bueno. La verdad abre el camino a la libertad.