Me llega un mensaje de texto íntimo y cariñoso. No dudo en que lo ha escrito mi amada esposa Fabiana. Le contesto en el mismo tono sumándole intensidad al asunto. Horas más tarde me encuentro con ella y le agradezco, con mirada pícara, por el mensajito. Me observa con confusión. No ha enviado mensaje alguno. ¡Ay, ay, ay! Se me han juntado varios problemas: siento desilusión; ese problema es menor comparado con el hecho de que mi esposa me mira con tono inquisidor; aún esto puede ser un problema mínimo comparado con descubrir quien envió y recibió el mensaje. Otro día te comento el final (estamos en horario de protección al menor)… no te asustes, estoy bien, no fue nada serio.
Sigamos con el intercambio de mensajes de texto con Fabiana. No ha faltado oportunidad en que, en el apuro del envío, termino enviándole alguna intimidad a quien aparece debajo de Fabiana en mi directorio telefónico del celular, mi querido amigo Fachu. Por lo menos, queda en un plano semi-íntimo…
¡Cómo olvidarnos de los mail! ¿Nunca recibiste mail que debían ir dirigidos a otras personas? Por error, me han copiado en más de un mail familiar, laboral, etc. Amigos, revisemos bien los destinatarios. Evitaremos muchos problemas.
Podría seguir con las anécdotas, pero dejémoslo ahí. Me gustaría divertirme con alguna anécdota tuya. Coincidimos entonces con que “No siempre el mensaje le llega al receptor adecuado”.
¡Cuántas veces cometemos el mismo error: transmitimos el mensaje correcto, pero quizá al receptor inadecuado! Pensemos en algunas otras situaciones:
– tienes un gran sueño, pero se lo cuentas a una persona pesimista, que sólo te transmitirá frustración y desaliento
– tienes un problema con alguien y, en lugar de hablarlo con esa persona, le expresas a otro lo que quisieras decirle a aquel con quien tuviste esa diferencia
– tienes una gran riqueza espiritual para compartir, pero insistes en contárselas a personas que no te quieren escuchar
– tienes un gran dolor y se lo cuentas a todo el mundo, menos a Dios, tu Creador y quien más puede hacer por ti y por tu situación.
Amigo, prestémosle atención al mensaje, pero no descuidemos la elección del receptor. El mensaje adecuado en manos del receptor inadecuado puede sumarte algún que otro problema. En el plano humano chequeemos de estar dando con el receptor indicado. Y en el plano espiritual, no nos olvidemos de Dios, el Receptor de Receptores.
Te mando un abrazo.
Gustavo Bedrossian